Aquellos que, de modo un tanto visceral y sin mucha reflexión al respecto, afirman que bastaría con que la gente se percatase de su inmenso poder y lo ejerciese, para desalojar de ratas las cloacas del Estado, o sobrevaloran el poder de la gente, o infravaloran el violento potencial represivo que, de fallarle otras estrategias más sutiles, puede llegar a desarrollar el Estado, o ambas cosas a la par. Si nos movemos los de abajo es cierto que los de arriba pueden terminar cayendo. Pero también lo es que lo más probable -basta con dar un breve repaso a la historia universal para comprenderlo- es que caigan en blando y que terminen aplastándonos. Habría, no obstante, que empezar a moverse, sí, pero no a tontas y a locas. Y, hoy por hoy, en necesario reconocerlo, los de abajo, la gente, estamos "atontaos".
Pensamiento marxista profundo, dos siglos después...La herencia de Marx y Engels sigue viva. Hoy cumplo 59. Ojú...
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