domingo, 17 de diciembre de 2017
Procuro moderarme
Procuro moderarme, pero, a veces,
me salen de las llemas de los dedos,
faltas de ortografía,
y del estómago otras faltas
de todo punto intolerables a la vista
de los ciegos que velan desde el fondo
de la pocilga porque se mantenga
a cualquier precio el orden en los predios
del tuerto "Mal de Ojo" y sus validos.
Y me amputo las manos y las ganas
de pan, cerveza, sexo y letra ardiendo
desde la niña al tuétano del seso,
para así continuar a duras penas
tragando como un pez fuera del agua
pingajos de aire roto a ras de ciénaga.
Y clamo, mudo y manso, en el desierto
para aplacar al mono que, en las noches
de insomnio, aúlla, engulle y luego escupe
mis tímpanos y lengua contra el viento,
y sepulto en la nieve los rugidos
del hueco dolorido y los muñones
hasta que se confunden con la muerte
y el hueso mineral de aves nacidas
en épocas sin dios previas al cántico.
Y siempre, siempre, siempre, pese a siempre
tratar de moderarme y ser correcto,
me brotan nuevas llemas
de los dedos, más ganas, vastas faltas
de ortografía y otras faltas
—náuseas—
contra la corrección y la cordura
de la horda de sociópatas prehistóricos
que ejercen de mordaza y de loquero.
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