La miasma
En la linde del aire
un tigre ruge herido
por la sed de una nota
musical desatando
una avalancha de algas
que calcine las olas
sin voz de la resaca.
Los camellos, empáticos,
lo miran con tristeza;
no hay oasis posible
para las bestezuelas
cantoras que nacieron
sin el don de una giba
y han sido jorobadas
por el vaivén callado
de un puñado de arena.
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