martes, 14 de noviembre de 2017

Mi corazón no espera


Lo dejó todo atado
y bien atado aquel
dictador genocida
al que los suyos, perros,
dieron el sobrenombre de El Caudillo.
Por tanto, sería el colmo
venir ahora a rogar peras al olmo
de Machado, esperando
otro milagro de la primavera.
Lo suyo, a estas harturas,
sería meterle fuego
y dar luego unas coces
al alcornoque a ver
si con ello logramos
que caigan unas cuantas
nueces para la cena.

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