Jauría
Acá ―digo en España,
pero también podría
decir allá, es decir
en cualquier otra parte
del mundo real e incluso
de aquel que todo macho
pudiera imaginar
en redor de su polla―
no basta, no nos basta
con violar como bestias
en celo a una mujer
indefensa. Además
osamos, en jauría,
en manada, exigirle
que se declare puta
―obviando que las putas
acá o allá son víctimas
también de violación―
por no cerrar las piernas
con un par de cojones,
y que pague el zotal
con el que se limpió
de semen de alimaña
el portal de aquel siete
de julio, San Fermín.
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