Sus coordenadas ideotopográficas lo sitúan en lo más profundo de la caverna de Platón. Parte de sus cavernícolas, una parte considerable y creciente, sobrevive a duras penas. Malvive. El resto, excluyendo a la minoría "selecta" que esgrime como espada de Damocles la sartén por el mango, vamos tirando o viviendo más o menos al día. Con sombras chinescas tatuadas en la retina y el guano hasta el cuello. Pero nos aseguran que es maná y nos lo tragamos.
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