La castración de los sentimientos emancipatorios de los pueblos y sus ciudadanos a fin de dar satisfacción a los insaciables intereses espurios de las élites globales, suele terminar conduciendo a un crecimiento hardcore de las pollas de los más rancios patrioterismos tanto unionistas como secesionistas, estimuladas para su beneficio particular por las facciones más provincianas y cerriles de esas mismas élites. Y, una vez en marcha cualquiera de estas orgías venales para, entre otros indeseables asuntos, mayor gloria del proxenetismo político, la pobre prostituta vejada y sodomizada hasta la hemorragia siempre se llama pueblo. Deberíamos, por tanto, comenzar a hablar mucho más de procesos emancipatorios, y mucho menos, poco o nada de patriotismos de cualquier índole. Por una buena salud rectal, que las hemorroides, es bien sabido, siempre se terminan sufriendo en silencio. Cuestión de mordazas. Quien lo probó, lo sabe. O tal vez no..
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