llorosos. "Qué catástrofe -dijeron
vehementes-. Sin embargo,
trabajaremos duro
para que no se joda
a causa del incendio el corazón
de la joya, el rubí de la corona."
Fiscal, el Consejero
de la cosa, llegó,
sobreactuando, a decir
más tarde que había ardido
una parte de su alma.
La Presidenta de la Junta
de Andalucía, por su parte,
solemne como un pavo,
afirmó que en las zonas
asoladas ni un solo
centímetro cuadrado
se cambiaría de uso.
También se habló de lo modélicas
que serían las tareas
a fin de restaurar
flora y fauna perdidas.
Y los bomberos forestales
heroicos, consiguieron,
controlar el incendio
para que los políticos
vendieran como su éxito
la extinción y que sólo
se hubiesen calcinado
8 400
hectáreas de las muchas,
unas 40 000
—lo digo de memoria―, que podrían
haber sido asoladas por las llamas.
"¡Hurra, al fin se ha extinguido!" —celebraron.
Pero era falso, aún quedaban
bajo el mar de cenizas
rescoldos encendidos
de indolencia y codicia,
de estupidez sin límites.
Aquel fuego latente
que quedó agazapado
entre los pinos muertos,
era un fuego sin llamas,
mas sin misericordia,
que en forma de hacha, poca
vergüenza y motosierra,
se cierne nuevamente
hoy sobre Mazagón.
Restauración modélica ―dijeron.
Pero era falso. Ahora,
cuando los pinos caen,
abatidos en vida
por este fuego infame
gestado en los despachos,
¿cuáles dirán que son las causas? ¿Dónde,
los focos del incendio?
¿Se culpará a un pirómano?
¿Tendrá Fiscal de nuevo
el alma hecha pedazos?
¿Se pedirá, a la vista
de como han comenzado
las labores tendentes
a restaurar el área,
que sea declarada
pronto Reserva de la "Birriosfera"?
Fotografía de Pepa Suárez.
No hay mejor pino que el pino viejo que se regenera solo después del incendio, y rebrota más fuerte si cabe. Igual que los seres humanos tras accidentes y enfermedades. Cortarlos y echar semillas de pinos pequeñines es hacer retroceder la naturaleza a su estado infantil...
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