Diminuto molusco,
se arrastra bajo el sol
con su ataúd de nácar
a cuestas. Animal
cauteloso y con miedo
a que la muerte pueda
alcanzarlo de súbito
sin tener bien a mano
su Nautilus calcáreo
para el último tránsito.
Ignora que tras ser
lavado y cocinado
en un caldo picante,
lo sorberá, arrancándolo
del puente, la galerna,
condenándolo a ser
eternamente un náufrago
sin ataúd ni Leteo.
Efimera vitae est caracolus alonensis
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ResponderEliminarLlegarà al último tránsito y al caldo picante después de una vida en la que habrá realizado complicados ejercicios de cópula. Compleja sexualidad la del Iberus gualtieranus alonensis.
Abrazos
Francesc Cornadó