De súbito, el mapa electoral de aquel país de todos los demonios se transformó por completo. Y la casi totalidad de los escaños de ambas cámaras legislativas se vieron copados por dos formaciones políticas de nuevo cuño: la Unión Atlantista de Besugos y la Alianza de Besugos Mediterráneos Confederados. No sería honesto afirmar que las condiciones generales de vida de la ciudadanía experimentasen algún tipo de mejoría sensible con el avance de la legislatura. Pero, sin duda, los debates resultaron mucho más amenos y profundos que en todas y cada una de las anteriores.
¡Besugos al poder, joder!
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