sábado, 10 de junio de 2017
Herejía
Aquel poeta no era
amigo de tertulias
literarias y aún menos
de declamar sus versos
en lecturas poéticas.
Siempre que era nombrado
—lo cual no era frecuente—,
sus colegas decían
de él que era un tipo raro,
inquietante, lacónico,
reservado, distante
al que nadie había visto
disfrutando en la vida
de un día al aire libre
en el campo o la playa.
¿Cuál será su secreto?
¿Sufrirá agorafobia?
¿Tal vez misantropía?
—se preguntaban todos,
curiosos, pero a un tiempo
guardándole respeto.
Hasta que una mañana
calurosa de julio,
fue sorprendido en tanto
se estaba refrescando
en el más apartado
recodo de un riachuelo,
y acabó desvelándose
su secreto: aquel raro
e inquietante poeta
carecía de ombligo.
Unas horas más tarde
fue colgado de un sauce
llorón en el Parnaso.
La poesía umbilical no soporta la eternidad?
ResponderEliminarA la eugenesia no le agrada lo que carece de nacimiento.
ResponderEliminar... o por lo menos lo que se distancia de las leyes del coito y la especulación.
ResponderEliminarDe tan poco mirarse el ombligo, el poeta lo había perdido
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