martes, 27 de junio de 2017

Cuando un monte se quema…


“Cuando un monte se quema, algo tuyo se quema.” Sin duda este fue un excelente lema para concienciar de la siempre incalculable magnitud de la pérdida que vienen a suponer los incendios forestales. No estaría, sin embargo, de más acuñar alguna que otra versión del mismo. Para ampliar la información al respecto y, como consecuencia, posibilitar unas mayores concienciación y compromiso. Por ejemplo: “Cuando un monte se quema, alguien se lo lleva calentito.” Porque aquello otro de “todos contra el fuego” habrá que convenir que no es del todo cierto. Porque hay quienes prenden y utilizan el fuego que devasta nuestros montes para arrimar el ascua a su sardina. O a su futura operación de especulación urbanística. O a un incremento de la superficie de sus explotaciones agrícolas. O a sus intereses madereros. Y etcétera y etcétera. Sí, cuando un monte se quema, algún hijo de puta se lo lleva calentito. En torno a esta idea hay que hacer mucha pedagogía, como un elemento más a utilizar en la lucha contra los incendios forestales. Incendios que, en un elevado porcentaje, tienen su origen en intereses particulares y bastardos. Pero en estos procesos pedagógicos, al menos tras los primeros instantes de perplejidad y rabia, es de capital importancia procurar no utilizar ejemplos o supuestos que sean fruto de la más visceral de las irreflexiones y, por lo tanto, falsos. Porque de no hacerlo de este modo, no sólo estaríamos perdiendo a pasos agigantados la batalla de las ideas, sino que a la par podríamos estar desviando el foco de atención hacia lugares donde en lugar de luz, no arrojaría más que desorientación y sombras. Que no es oro todo lo que reluce, ni el gas metano lo que, a veces, más hiede. Dicho todo lo cual, concluyamos con un “salvemos también Doñana del proyecto de Gas Natural Fenosa.“

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