Hace unos días, cuando supe que la Mesa de la Ría había propuesto unir los espacios naturales de Doñana y Marismas del Odiel a través de los municipios del monocultivo tan intensivo como depredador de la fresa y los frutos rojos '"sin límites", recuerdo que pensé: esto va a ser pasto de las llamas. Pero lo que no pensé es que fuese a ocurrir tan pronto. Pero, indudablemente, sabía que más tarde o más temprano habría de suceder. Tantos años de manga ancha y mirar hacia otro lado por parte de las administraciones ambientales ante las flagrantes ocupaciones de montes públicos y extracciones ilegales de agua perpetradas por los especuladores agrícolas de la zona, ha extendido entre estos una (in)cultura de la impunidad de tal calibre, que ya no se cortan ni un pelo. Qué tremendo desastre.
Ahora habrá poco que unir y, si no lo median las fuerzas vivas ecologistas, mucho baldío que plantar de fresón
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