Hay que limpiar de ratas
―con urgencia y zotal—
las cloacas y mazmorras del Estado
de todos los estados
sin excepción alguna.
(Pero hablemos de España,
que es lo que cae más cerca,
y sus ratas. Aquí
resulta perentorio ―tanto o más
que en otras muchas partes―
remover de sus puestos,
en la magistratura, los gobiernos
―desde el central al más humilde
de los ayuntamientos―, los mass media
y todo un largo etcétera
tanto en la esfera pública
como en la del negocio
privado que se nutre de las arcas
del Estado, a las ratas
que mordisquean las carnes
llagadas y famélicas de los pueblos de España,
antes de que la peste
negra se extienda y borre,
infectándolo todo de pasado y cadenas,
cualquier resto de trocha hacia el futuro.)
Y, una vez saneadas,
habrá que colocar en sus pilares
las cargas explosivas necesarias
―señores de la Santa Inquisición:
sabiéndolos tan bestias y cortitos
de mente, les aclaro: esto es una metáfora―
para echarlas abajo de forma controlada,
y luego construir, sobre las ruinas,
un mundo sin estados, sin gobiernos
ni tribunales ni otros
nichos de podredumbre susceptibles
de dar de nuevo albergue
a las ratas; un mundo
de libertad e iguales, sin fronteras,
en paz, sin jerarquías,
sin mazmorras ni cloacas.
Utópico me lo fiáis, León de Nerva
ResponderEliminar