A ver cómo lo digo que se me entienda. A ver cómo lo explico que nadie se ofenda ni me tome el número equivocao.
Estoy, dicho sea con todo el respeto, hasta allí mismo de Semana Santa. Es culpa mía, un caso de intolerancia como quien la tiene con el glúten; un asunto de hipersensibilidad patológica sin duda pero, repito que, respetuosamente, quiero decir y digo que me empieza a ser astragante el overbooking de Cristos sangrantes, Vírgenes dolientes, complicadísimos escalafones honorarios y cofrades, señores con más escapularios que corbatas, señoras a las que le cae la mantilla como a mí mismo un traje de Supermán, niños con carita de dolerles los zapatos, concursos de saetas, de bandas de tambores y cornetas, reportajes explícitos de los atracones de gambas de cualquier Hermandad –que ya se sabe que los duelos con pan son menos-, y sobre todo, de la agresiva y fanática intolerancia a cualquier crítica o incluso tibieza que uno se atreva a emitir sobre el asunto.
Puedo ahora entender y entiendo el hartazgo de la ominipresencia del fútbol para los no aficionados, la agresividad de los antitaurinos hacia casi todo lo que tenga que ver con cuernos, a los que denostan la Navidad por puro empacho.
Bendito lo que industrialmente tenga de conveniente negocio para nuestro monocultivo del turismo, el mayor respeto a las creencias de cada quién (bueno sería un ejercicio de coherencia humana a lo largo del resto del año), mi admiración por el barroco como género artístico… Pero hasta el jamón puede uno llegar a aborrecerlo.
Cosas mías, ya digo.
Texto e ilustración: Agustín Casado
Hace un siglo ya había escépticos de la Navidad, de la Semana Santa, los Toros y el Fútbol, casi todos los poetas de la Generación del 27. Lo que no había era el fanatismo popular por defender a ultranza esas tradiciones en peligro de extinción, si no fuera por el turismo y es moda de vivir con ansiedad queriendo agotar las múltiples sensaciones de estas distracciones, de un modo más superficial que espiritual. Saludos marbellí de pro, a lo Mora Figueroa y Gunilla, pero por la izquierda
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