Me ha despertado de la siesta un sudor frío. He tenido un mal sueño, quizá premonición con tintes bíblicos. "¡Salvad a Barrabás! ¡Salvad a Barrabás! ", gritaba con vehemencia el populacho. Pero aquello no era Jerusalén, era el Congreso en ciernes del PSOE.
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