Aquella oveja corría como las balas. Pero nunca fue dada a alardear de sus solitarias hazañas. Sólo en su último día, en aquel calabozo con ruedas que la conducía al matadero, hizo mención de las muchas ocasiones en las que, a la carrera, había escapado de los lobos.
Oveja negra en paro y vilipendiada
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