De aquí a un par de meses espero tener últimado mi infumable libro de bodrio-poemas. Espero que algún alto cargo de nuestro orwellliano monasterio de incultura termine valorando su escasa caridad literaria y me lo publique con cargo al erario impúdico. Yo, por mis partes, cedería los desechos de autor de las primeras 666 bodrio-ediciones a alguna asociación de carácter anarcocomunista o, en su defecto, a cualquier comuna jipi dedicada en cuerpo y alma a la noble tarea de cultivar marihuana.
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