Puede que la mujer de Lot
nunca, al igual que dios, haya existido.
Puede ser que su cuerpo
de nostalgia salina
resistiendo la lluvia
incesante de siglos
de intolerancia sólo
sea el de un personaje de leyenda.
Es más fácil pensar
que es así: la navaja
de Ockham raras veces
falla en sus cuchilladas.
Puede ser. Pero existen
sodomas y tiranos
aniquilando a fuego
y azufre la esperanza
de los que, por encima
del bien y el mal y todo
se empeñan en nadar contracorriente
sin plegarse al imperio del odio y la amenaza.
Puede que la mujer de Lot
sea sólo una heroína de leyenda,
pero nunca olvidemos
su gesto de valor y rebeldía,
sacrificio sembrando
una pizca de sal sobre los páramos
desabridos que acogen nuestra efímera
y frágil existencia.
Fotografía: Evelin Velásquez
La mujer de Lot era una "indignada" por el deshaucio
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