domingo, 6 de noviembre de 2016

Crónicas del Régimen (5)


El problema no son las mujeres. El problema no son los jóvenes. Ni los ancianos. Ni los trabajadores. El problema son los empresarios explotadores. Los empresarios avaros. Los grandes empresarios. Los patriotas de himno y bandera y punto pelota como coartada, herederos de los desmanes del Franquismo. Esos que, tras robar al obrero y a los ciudadanos al amparo de leyes inmorales e injustas hechas a su medida por sus sicarios políticos, lo continúan haciendo al margen de ese cuerpo legal de mierda que tanto los favorece. Los que conforman las mafias del totalitarismo financiero. Esos que ponen y quitan gobiernos a su antojo. Esos a los que Rosell representa.

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Elegantes y muy caritativas damas de beneficencia que, nerviosas ante la posibilidad de que Trump pudiera ser elegido presidente, se arrancan a tirones los pelos del potorro, pero que, a falta de Caudillo, llevan toda la vida votando al Partido Popular.

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En los formularios para la declaración del IRPF, más que casillas para manifestar nuestra voluntad de que parte de nuestros impuestos sean destinados a fines sociales, la lucha contra el cáncer o cualesquiera otros asuntos que debieran ser en todo momento y lugar prioritarios para cualquier gobierno decente, debería haberlas para exigir que no se utilice un solo euro de dinero público para hacer la guerra, financiar sectas religiosas u otorgar subvenciones a fondo perdido a terratenientes multimillonarios y ociosos o a cualquier empresa propiedad de cualquiera de los grandes capos del totalitarismo financiero. Pero en España llevamos ya 77 años sin saber lo que es un gobierno decente.

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Podéis, si así os place, tildarme de inconsciente. Pero debo confesaros que me la trae absolutamente al fresco la posibilidad de que Trump pueda terminar siendo elegido gran presidente gringo por la gracia de todos los demonios de Wall Street. Tanto como si la elegida terminase siendo Clinton: tanto monta... Al fin y al cabo, y aun siendo muy consciente de que este que habitamos es un puñetero mundo de podredumbres globalizadas, no creo que vaya a pasar un solo segundo de mi insignificante vida en la Gran Manzana o en Miami. Lo que realmente me preocupa es que aquí, en la Ibexistán de mis terrores, estemos condenados a ser nada más que unos sumisos y muy rejodidos vasallos de alimañas insaciables como Alierta, Rosell, Ortega, Botín o Florentino Pérez; esos sujetos distintos de un solo diablo verdadero, que hacen y deshacen a su antojo gracias al servicio que les prestan repugnantes cucarachas de letrina como Rajoy, Marhuenda, Díaz, Inda, Rivera, González o Herrera.

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