martes, 20 de septiembre de 2016

Técnica y civilización

Fue durante la prehistoria cuando se produjeron los más grandes inventos y descubrimientos de la historia: el dominio del fuego, la rueda, el arado… Grandes avances para la calidad de vida de los seres humanos sin menoscabo de su esencia de animales libres a la par que sociales, ni perjuicios significativos para el complejo y prodigioso entramado del soporte vital que nos acoge. Luego llegaron la moneda, el reloj mecánico, los púlpitos monoteístas, la propiedad privada, las tribunas políticas, la pólvora, los himnos, las banderas… Engendros todos ellos que, percibidos engañosamente como elementos netos de prosperidad y progreso en unos casos, o como males tan necesarios como fácilmente asumibles gracias a la incuestionable omnipotencia de la técnica y la ciencia para suturarlos en otros, no han sido más que pasos desbocados en la bruma hacia el Apocalipsis. Quizás hubiésemos podido aprovecharlos para conducirnos por caminos más amables, pero no ha sido así y se ha hecho tarde.

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