Escribo mucho -más que nada poesía- y, pese a esforzarme por
hacerlo bien o al menos pulcramente, casi todo malo. Qué le vamos a hacer; no
da uno para más. Es un poco frustrante. Pero sigo escribiendo. Porque todo ese
sinsabor queda compensado con creces en esas ocasiones en las que escribo un
poema malo a conciencia y el producto resultante es malo, malo. Son pocos, pero
me encantan. Y, aunque quede feo que lo diga yo, estoy convencido de que estos
sí son muy buenos.
No importan las maldades en un poeta, lo incorregible son las bondades extremas.
ResponderEliminarSi te sale malo, te sirve de experiencia
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