miércoles, 15 de junio de 2016

Dónde está Wifi (7)

No sé por cuánto tiempo he estado caminando hasta acabar de nuevo en el origen. Cuando agoté las flores secas de las que me había provisto María Luisa, la inanición creciente terminó por nublarme la razón, y dejé de atender al ritmo imperturbable de la luna. Y en más de una ocasión estuve al borde de sucumbir a la tentación de beber de las aguas de este espejismo-jaula-abismo-mar amarillo sin brillo ni mareas. Pero siempre conseguí sacar fuerzas de flaqueza recordando la advertencia que al despedirse me hizo María Luisa. Pero, ah, por cuántas veces, "opreso entre hueros jamases y garfios de escarmiento", me arrepentí de haberme alejado del oasis en pos de una estrella ilusoria alumbrando los intrincados senderos hacia un cada vez màs improbable reencuentro con Wifiginio. Y no quiero imaginar lo que me hubiese deparado el destino de no toparme con el cadáver aún caliente de una nube azul en mi terco y extenuante periplo por la orilla. Y ahora estoy aquí, en el lugar de mi fatal partida. Aquí donde, lo mismo que el cántico de un faro, aún permanece inmarcesible el dulce y limpio aroma de la voz de María Luisa.

2 comentarios:

  1. Todo es delectable, pero cómo en una nueva poética me quedo con la frase enjaulada, opresa entre gruesos jamones...

    ResponderEliminar
  2. Tienes buen gusto. La frase enjaulada es de Girondo.

    ResponderEliminar