Aunque estás cerca, apenas
coincidimos, de modo
que, ambos siempre tan parcos
en palabras, nos vemos,
fríos y distantes —hola
y adiós—, de cuando en mucho.
Algo es algo —me digo,
fingiendo no saber
que nunca fuimos nada.
Algo es algo —me digo.
Pero pronto, lo sé,
te irás, ya queda poco, el tiempo vuela,
y no volveré a verte
nunca más y, en la ausencia,
soñaré cada noche
contigo y todo el día
lo pasaré añorándote,
recordándote, echándote
de menos, preocupado
al no tener manera
de saber si estás bien
o enfermaste o acaso
—oh, qué espanto, no quiero
ni pensarlo— y así
hasta el último día
en que te seguiré,
mintiéndome, esperando.
Esperando, esperando.
Esperando...
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