lunes, 4 de abril de 2016

La California de Philip Marlowe (1) (Carlos Parejo)


La carretera recorría todo el litoral, serpenteando entre sus farallones y atravesando multitud de poblaciones pequeñas. Cercas blancas separaban cuidados céspedes de hileras de casitas. Tenían paredes encaladas y techos de tejas verdes como en México. De cristal verdoso eran sus ventanales, mirando al mar. Verdes eran también los marcos de sus ventanas y sus costados, y de un verde oscuro, sus cabinas telefónicas. Las playas extensas y, sobre todo, un gran número de pequeñas calas, tenían escaleras de piedras para su acceso. Azucenas y lirios marinos se veían salpicados de un sinfín de parasoles multicolores y algunas estaciones salvavidas, en torre de metal. Sólo se escuchaba el fragor de las olas y el ruido metálico de los cortadores de césped. Olía a heno segado, fragante bálsamo de pinos y penetrante aroma de algas.

(¢) Carlos Parejo Delgado

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