“A veces uno quisiera ser caníbal, no tanto por el placer de devorar a fulano o mengano como por el de vomitarlo.”E. M. Cioran
Que no hay bastante pan
para tanto chorizo
nos decimos, a veces,
indignados y hambrientos
de igualdad y justicia,
en tanto los hambrientos
de verdad enmudecen
con la boca atrofiada
de no probar bocado.
Que no hay pan suficiente
para tanta alimaña
criminal y esclavista
de la clase mangante,
nos decimos y es falso.
Porque hay pan a mansalva
para todos. Hay pan
que, una vez satisfecha
la gula del omnívoro
capital y sus puercos,
se pudre, abandonado
en la alacena infame
del acaparamiento.
Hay pan, hay pan, hay pan,
sólo que para obrar
el prodigio obligado
de su reparto, no hay
más camino posible
que el de la antropofagia:
devorar a los puercos.
Y a objeto de no ser
vencidos en tan ardua
e ingrata como heroica
empresa por las náuseas,
lo más recomendable
es taparse a conciencia
la nariz y engullir
sin masticar la emética
carne de la alimaña.
Y si así no nos basta
para, aun de mala gana,
abrir el apetito,
soñar con el inmenso
placer de, tras los postres
—revolución: justicia
e igualdad―, vomitarla.
Que duro alegato dominical
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