San Valentín, nuevamente,
y yo sin ni un puto ochavo
con el que adquirir un nabo
en la frutería de enfrente.
Y si alguien cree que indecente
o, aun más, lascivo he querido
ser con lo antes referido,
me juzga mal; pretendía,
mediante una alegoría,
loar al Santo y a Cupido.
De Cupido a San Valentín, amor sin fin
ResponderEliminar