"A Dios pongo por testigo de que jamás volveré a sentir miedo" -se dijo
para sus adentros con el eclipse en ciernes. Pero, poco después, tanta
oscuridad inesperada le puso la piel de gallina. Justo lo que, con
infinita paciencia, desde quién sabría cuándo, andaba aguardando la
zorra.
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