Ay, Carmena
En un país como este,
reserva espiritual
de los más rancios vicios
de Occidente, un país
como el euro y dios mandan,
cada cosa en su sitio:
los Reyes Magos, reyes
y nunca reinas, nunca
republicanas ―la hembra
fue creada al objeto
de ser, con sumisión,
descanso del guerrero,
su esclava y concubina;
no para gobernar
ni hacer trucos de magia.
En un país tan rancio
como este han de ser dios
y todos sus arcángeles
y otros subordinados
justicieros, muy machos,
crueles y andro-ortodoxos,
y que les den, se jodan
Pachamama y sus hijas.
Que los reyes magos sean mujeres es en todo caso un misterio que no resolvería ni Jiménez del Oso en Cuarto Milenio. Los cristianos ortodoxos y tantos niños adoctrinados por sus papás en que eran hombres habrán puesto el grito en el cielo. Han visto en esta burla traviesa una cruel sátira a sus creencias, recorriendo las vías públicas, y se sienten ofendidos y desprotegidos.
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