Caen bombas: Ley de vida
—dicen los mercaderes de la muerte,
mientras la cuenta atrás se mete en los muñones
del legado del casos: ese prodigio que en su vientre de sombras
se permitió el error
de la Luna vertida en las mareas.
No hay quien empuñe el látigo;
el tiempo es un cangrejo con patas de gacela
corriendo desbocado hacia el origen.
Han triunfado las hienas.
Ojalá haya otros mundos
de remansos y peces-sueño intactos.
Aquí no hay esperanza.
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