lunes, 19 de octubre de 2015

Poética popular antiborgiana

Llueve a cántaros. Con avaricia. Con saña. El barrendero urbano, calado hasta los huesos. Mudo. Rendido ante el efecto de la lluvia en sus carnes de sesentón sin futuro. ¿Mudo? No del todo. De súbito, en tanto enciende un pitillo al resguardo de unos soportales, masculla algo casi ininteligible. "¿En el pasado? ¿En el pasado? ¡Manda cojones! Cómo se nota que ese señor no tenia que ganarse el pan en la calle Y que gastaba buenos paraguas". Se termina el pitillo y continúa a lo suyo. Llueve a cántaros.

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