No estábamos acostumbrados a algo así ―permítaseme usar el plural mayestático; no es para aparentar dignidad o excelencia, es que me hace sentirme menos sólo―. A decir verdad, nunca antes habíamos experimentado nada semejante. Ni nunca más lo experimentaríamos. Justo después de levantar la niebla, con el primer relámpago, nos engulló la Noche.
Lo mejor de la noche es que pertenezca a los amantes
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