Los recuerdos son migas de pan en un camino sin vuelta atrás ni huellas de paloma. Engaño o trampa-embudo para moscas en vuelo. Entra la mosca, y el tiempo se revela falacia y entelequia. La luz se descompone y, tras la agitación de su declive, de su putrefacción nace la estética sin vida de lo estático y las sombras. Inercia que implosiona. Caos y herrumbre.
Nuestro cerebro selecciona los recuerdos sin pedir permiso al consciente
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