Para Felipe González, con su cara de puerco, su alma de puerco, su corazón de puerco, sus palabras de puerco, sus acciones de puerco, sólo deberían ser considerados dentro de la categoría de ser humano los puercos de su adinerada, explotadora e inhumana casta; esos cuyos derechos desmedidos y exclusivos tanto respetaba el asesino Pinochet. Los demás, ni animales; como mucho una hortaliza que, como el toro de la Vega, ni siente ni sufre; un hermoso y sabroso nabo que los de su puerca ralea de traidores contra el pueblo pueden devorar con sus hediondas y puercas fauces siempre que les apetezca. Pues eso.
Muy duro de piscis a piscis. ¿Y la ilusión que generó en 1982?
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