martes, 4 de agosto de 2015

El cazador cazado

En las noches de estío
un bochorno viscoso
me envuelve en su sudario
de insomnio y duermevelas.
Cuando al fin llega el sueño
de mano del cansancio
a redimirme en cuerpo
y alma del estilete
que esgrime la vigilia,
un poema, burlando
la mosquitera, irrumpe
a veces en la alcoba
y me zumba al oído
cánticos de sirena.
Lo agarro por el cuello,
le clavo los colmillos
y me bebo su sangre.

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