Testimonio
No queda ni un mendrugo
de luz en el aljibe
lustral.
Bebe tu sombra
reflejada en las aguas
del espejo y recuerda
que estás hecha a su imagen
y semejanza:
oscura
ilusión que, agotada
la luz, no ha de dejar
huella alguna.
Ahora ven
y mírate en mis ojos
mientras sacias tu sed
terminal con la sangre
de mis sueños de azogue.
Quién es quién. Misterioso poema
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