No dejes que despierte.
Cabálgame, espolea
mi aguijón de alacrán
en celo y, cuando el sueño
de nuestro nexo tóxico
comience a diluirse
en las primeras luces
de la aurora, inocula
toda tu noche, toda
la calma que te sobra
en mi desasosiego
y súmeme en la hondura
de la sombra postrera.
Que así sea!
ResponderEliminarEn Cuba dicen: El que por su gusto muere, que la muerte le sepa a gloria!
(O algo parecido)
Te quedó precioso Rafa.
¿Nunca te conté que tengo alma de tarántula? (Venida a menos)
Besos
Lindo fin de semana.
El hombre alacrán incocula deseofogoso a cambio de calma profunda. Es un poema un poco metafísico, pero muy sugerente
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