Podía montar en bici y hablar con el manos libres; teclear cincuenta palabras y emotikones por minuto en el móvil más diminuto, y leer los labios de alrededor con los auriculares puestos. Pero no sabía distinguir la luna creciente y menguante ni las nubes secas o de lluvia; tampoco era capaz de cazar moscas al vuelo, distinguir el olor de las flores de los jardines y, por supuesto se sentía incapaz de escribir un soneto.
Moraleja: Toda la destreza y habilidad que te aporten las nuevas máquinas comunicantes no sustituirá a los saberes tradicionales y heredados.
(¢) Carlos Parejo Delgado
https://www.youtube.com/watch?v=wf_dzUamjwg
ResponderEliminarBonito vídeo, Milena. Es tan evidente que no se entiende como no desconectamos de una vez por todas. Besos.
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ResponderEliminarYa lo creo, pues, las cosas más interesantes ocurren cuando nos miramos a los ojos...