En la España podrida de jarana y cuchufleta, el desgobierno rancio de
Rajoy rajao se ha vuelto a colocar a la vanguardia, inventando el
tributo antiecológico. Un desatinado mecanismo impositivo que,
desincentivando mediante penalizaciones fiscales esperpénticas a todo
aquel desaprensivo antipatriota que pretenda hacer las cosas con
limpieza, está orientado a facilitar que los empresarios más puercos
puedan continuar enmerdándolo todo para, de este modo, satisfacer su
avaricia creciente y sin límites. Cosas de las puertas giratorias;
supongo.
El que no citice, aunque sea para poner energias limpias, no entra en su juego del capital imperio del mal
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