la guerra siempre ha sido una herramienta
al servicio de aquellos que ostentan el poder
en la sombra un cuchillo
carnicero trinchando
troceando en cuerpo y alma
la dicha de los pueblos
a través de los siglos se ha ido perfeccionando
y desde el rudimento
del campo de batalla y el mandoble
ha llegado a este estado
de cosas que llamamos democracia
un estado de cosas detestable
en el que por la fuerza
de la ley y el control
y domesticación de las ideas
el estado se otorga el monopolio
de la violencia y esto
suele ser suficiente
para arrancarle al pueblo la alegría
de estar vivo y ser dueño
de su propio destino
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