jueves, 14 de mayo de 2015

De pactos contra natura

En nuestras agonizantes democracias, hablar de pactos poselectorales contra natura es hacerle el juego al régimen del bipartidismo alternante sin alternativas al servicio de las mafias del totalitarismo financiero. A priori, no hay pactos poselectorales contra natura. Contra natura es que los representantes electos por el pueblo olviden que están donde están para servir a los intereses ciudadanos, y no para satisfacer la codicia criminal de los grandes poderes económicos ni afanes particulares, ya sean estos personales o de carácter partidista-cortijero. Como contra natura es, pudiendo evitar lo antedicho, no hacerlo por temor a terminar hundido en el fango. Por el pueblo, por su bien, hay que perder ciertos escrúpulos y correr riesgos y mancharse, si es preciso, hasta el tuétano. Por el pueblo, siempre poniendo mucha atención a la letra pequeña para evitar venderle el alma sin saberlo, se debe estar dispuesto a pactar, si las circunstancias lo requieren, con el mismísimo diablo, a fin de contener sus perversiones. Y recordar que el diablo, cuando se siente acorralado, siempre tratará de pactar consigo mismo -con su otro ego en el espejo- para continuar perpetrándolas a sus anchas.

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