Un lagarto de Júpiter
escupe circunloquios
sobre una flor de vidrio
quebrada por el frío.
Relámpagos de nieve
amenazan tormento
sobre el páramo tumba
donde yacen, cautivas
en un mar de nitrógeno,
las cenizas del Fénix.
El cielo es sangre y cieno.
Plañideras sin lengua
se arrastran por los túneles
que conducen al nido
de la medusa reina,
y entonan sus graznidos
de cesio y aguijones
de alacranes en celo.
El silencio es la madre
de todos los corderos:
no hay ruego que detenga
la mano del verdugo.
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