viernes, 27 de marzo de 2015

El hada


Todas las noches, mientras duermo, me viene a visitar un hada. Me clava los colmillos con sigilo en el cuello, y me anega la sangre de fábulas y sueños. Luego, cuando despierto, se ha desvanecido igual que los amores antiguos carcomidos de silencio y distancia. Pero queda en el aire su fragancia, un no sé qué celeste empapado de ausencia, que embriaga y envenena. Entonces la detesto. Hasta que cae la noche y al fin me vence el sueño.

1 comentario:

  1. Los amores antiguos que resucitan son hadas bienhechoras sin los que nos costaría vivir

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