Escribo porque callo, porque me han silenciado, para aflojar un poco la
mordaza. Porque me falta el aire, y se acerca, en la noche, galopando el
ocaso. Qué más puedo decir, ¿quizás un nombre? Un nombre, no: ya ha
sido dicho todo; porque me han degollado, porque no tengo lengua ni
aire, porque me han muerto.
Golpe bajo nihilista a la línea de flotación del ánimo
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