Claro que hay excepciones, como para casi todo. Pero, si no está
absolutamente seguro de hallarse ante una de ellas, jamás se le ocurra
decirle a un argentino al que acaba de conocer, aquello de “me encanta
ese acento”. Porque, de hacerlo, lo que podría haber sido un, aunque
probablemente desigual –a favor, cómo no, del argentino-, interesante
diálogo, casi con toda seguridad no será otra cosa que un tedioso y muy
largo monólogo.
Lengua irrefrenable tienen
ResponderEliminarLas excepciones son pocas.
ResponderEliminarUn beso Rafa.