ni nadie progre a mí con tal cariño.
“¡Viejo obsoleto!” “¡Qué sabrás tú, niño!”
luego un guiño y dos güisquis al coleto.
Henos aquí en su radio redivivos;
huerto de los Olivos, qué puñeta,
falleció la Casona de piqueta,
murió luego Juan Carlos de estar vivo,
ya sólo quedo yo para contarlo,
pero cuando también yo me haya ido
y no pueda decir lo que ahora digo,
como testigo pongo yo a mi cuadro
de cómo quien les habla aquí y Juan Carlos
supieron, tan distintos, ser amigos.
Texto e ilustración: Agustín Casado
A partir de los cincuenta los paisajes de nuestras ciudades son recuerdos que se van yendo
ResponderEliminarEsta colección, amigo Carlos, es ventajista. Apela precisamente a esa memoria de que hablas en el convencimiento de que el filtro de la memoria edulcora y pule lo que en su día probablemente percibíamos más duro, más prosaico y nada lírico.
ResponderEliminarAgustín Casado