El tamaño de la nariz de la alimaña política suele ser inversamente
proporcional al de su decencia. Entonces ¿por qué hasta las más procaces
parecen púgiles a los que les ha sido limada concienzudamente la ternilla?
¿Acaso Photoshop? No necesariamente. Y es que el cinismo y malfacer de un
político narigudo guardan, salvo contadas excepciones, relación directa con la
magnitud de la ceguera del pueblo al que embauca, veja y ningunea.
El sistema democrático imperante es aún una sociedad estamental y a a la clase política, a los banqueros, etc. se le permiten cosas que no se admitirían al ciudadano común, como tener tarjetas fantasmas para gastar a troche y moche
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