Después de aquel desagradable malentendido, ocasionado en parte por sus
dificultades con el idioma, y del que no se podría decir que saliese
bien parado, exigió con vehemencia "daños y prejuicios". Le propinaron
una patada en los cojones, y, tras considerarlo culpable de no se sabe
qué delito, lo repatriaron sin más contemplaciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario