Yo,
aquí y ahora
—en este punto aislado—
emitiendo mecánicas
e inútiles señales
de socorro —¿S.O.S.?—,
soy sólo lo que digo,
y aún no he dicho nada.
¿Mordazas? No, no son mordazas.
Es pánico a que se haga,
como un trueno, al decir,
la verdad: el silencio.
La indiferencia y el silencio son armas de la masa frente a la rebeldía del individuo, efectivamente
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