lunes, 9 de junio de 2014

Recuerdos de adolescencia (11): Las mañanas de 1945 (Carlos Parejo)


Para celebrar mis quince otoños dejo los estudios y comienzo a prepararme para trabajar. Los 40 duros que me pasa el Hogar de Huérfanos de Guerra es suficiente. He aprendido taquigrafía en una Academia profesional. Me estoy haciendo experta en escribir cartas al dictado de mi futuro Jefe de Negociado. Aunque de momento, es mi hermano pequeño quién me las lee.

También me preparo para pianista de oficina. Mis dedos se tornan cada vez más ágiles y rápidos para teclear la máquina de escribir a la ruidosa y estrepitosa velocidad del rayo.

¿Sabéis cuántas horas de tiempo libre me sobran? Cada mañana subo al lavadero del chalet y friego las prendas blancas. Acto seguido las tiendo en la próxima azotea, donde ondean hasta el atardecer como velámenes de bergantines piratas. A continuación doy lustre a los zapatos hasta que les brilla el charol. Me acicalo y baño antes de que suene la hora del Ángelus. Desde ésta al almuerzo me dedico a la costura. Un zurcido a esta media; unos codos nuevos de cuero para esas rebecas; algún pespunte para aquella camisa ajada por los años, tejer la lana de mi nuevo abrigo de invierno…

(¢) Carlos Parejo Delgado

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